El grillo comenzó a avanzar al alba, primero despacio y a pasos inseguros, pero fue cogiendo confianza y comenzó a cruzar el claro. A medida que pasaba el día se movía con mas ímpetu. Pero llegó un momento en que se sintió fatigado y bajó el ritmo, el cielo oscurecía y sus ganas de continuar menguaban, mas él proseguía. Cuando el firmamento se tornó negro, el grillo se acostó y durmió.
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